Etilómetro vs. Alcoholímetro: Comprendiendo las Diferencias Clave para una Elección Acertada

En el lenguaje cotidiano, los términos "alcoholímetro" y "etilómetro" a menudo se usan indistintamente para referirse al dispositivo que mide la concentración de alcohol en el aliento. Sin embargo, existe una distinción fundamental en cuanto a su precisión, tecnología y validez legal que es crucial conocer, tanto para los conductores como para aquellos que buscan un dispositivo de uso personal. Entender estas diferencias es clave para saber cuál es el instrumento adecuado en cada situación.

El Alcoholímetro: Herramienta Portátil de Despistaje

De manera general, el alcoholímetro es el término más amplio y comúnmente utilizado para describir los dispositivos portátiles de tamizaje o despistaje. Estos aparatos, de tamaño reducido y fácil manejo, son los que habitualmente emplean los agentes de tráfico en un primer control en carretera. Su función principal es detectar la presencia de alcohol en el aire espirado de una persona de forma rápida.

Los alcoholímetros de uso más extendido suelen funcionar con sensores semiconductores. Esta tecnología, si bien es económica y permite una detección rápida, puede ser susceptible a falsos positivos por sustancias distintas al etanol, como la acetona presente en el aliento de personas diabéticas o en dietas cetogénicas. Existen también alcoholímetros personales con sensores electroquímicos, que ofrecen una mayor fiabilidad y son la opción recomendada para uso particular si se busca una mayor certeza.

El Etilómetro: Precisión y Plena Validez Legal

Por otro lado, el etilómetro, conocido también como etilómetro evidencial, es un instrumento de una categoría superior en términos de precisión y fiabilidad. A diferencia de los alcoholímetros portátiles, los etilómetros son equipos más voluminosos y sofisticados, que generalmente se encuentran en las furgonetas de atestados o en las comisarías. Su tecnología principal se basa en la espectrofotometría infrarroja o en células electroquímicas de alta precisión, lo que minimiza drásticamente el margen de error y garantiza que la medición corresponda exclusivamente al etanol.

La diferencia más significativa radica en su validez legal. Mientras que el resultado de un alcoholímetro de despistaje tiene un carácter orientativo y sirve como indicio para proceder a una segunda prueba, el resultado arrojado por un etilómetro tiene plena validez probatoria ante un tribunal. De hecho, cuando un conductor da positivo en el control inicial con el alcoholímetro, la prueba que confirma la infracción y que se utilizará en un posible proceso sancionador o penal es la que se realiza con el etilómetro. Este último, además, emite un tique impreso con todos los datos de la medición, que sirve como documento oficial.

¿Cuál Elegir? La Decisión Depende del Uso

La elección entre un tipo de dispositivo u otro dependerá enteramente de las necesidades del usuario.

Para un uso personal y meramente informativo, un alcoholímetro digital de buena calidad, preferiblemente con sensor electroquímico, es más que suficiente. Estos dispositivos son una herramienta de autoevaluación útil para tomar conciencia sobre cómo el consumo de alcohol afecta al organismo y para tomar decisiones responsables antes de conducir. Su portabilidad y coste asequible los hacen ideales para llevar en el coche o en casa. Es importante, no obstante, optar por marcas reconocidas y asegurarse de su correcta calibración periódica para mantener su fiabilidad.

Para aplicaciones profesionales y legales, no hay otra opción que el etilómetro. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado son sus principales usuarios, garantizando así la rigurosidad y la legalidad de las pruebas de alcoholemia. Empresas de transporte que implementan políticas de "cero alcohol" o centros de desintoxicación también recurren a etilómetros o sistemas similares de alta precisión, como los "alcolocks" (dispositivos que impiden el arranque del vehículo si el conductor supera la tasa de alcohol permitida).

En resumen, aunque ambos miden lo mismo, el alcoholímetro es el explorador que da la primera voz de alarma, mientras que el etilómetro es el juez que dicta la sentencia final con rigor científico y amparo legal. La elección informada entre uno y otro es un paso fundamental hacia una mayor seguridad y responsabilidad.

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